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domingo, 3 de noviembre de 2013

El retorno de los brujos Louis Pauwels y Jacques Bergier, 1960


Link de descarga pdf: http://www.panzertruppen.org/2010/novela/mh024.pdf

Cuando se publicó en Francia, hacía sólo quince años que había terminado la Segunda Guerra Mundial. La idea del mismo la tuvo Louis Pauwels, un inquieto periodista muy activo durante la resistencia a los nazis y seguidor de las doctrinas de Gurdjieff, que tenía en mente escribir una especie de enciclopedia de las sociedades secretas que controlaban Europa. Fue Jacques Bergier, un superdotado capaz de leerse un libro en minutos, ingeniero, espía y aprendiz de alquimista, el que le convenció para hacer algo más amplio y así surgió la chispa.


Un día, hacia 1937, su jefe lo envío a una curiosa entrevista con un tipo que decía ser alquimista.
Hablaron durante un buen rato, y éste le mostró su preocupación por lo cerca que creía que Helbronner estaba del éxito. "Los trabajos a los que se dedican ustedes y sus semejantes son terriblemente peligrosos", le advirtió. "Y no son ustedes los que están en peligro, sino la Humanidad entera". Le contó entonces que las reacciones nucleares que estaban a punto de desencadenar ya habían sido descubiertas siglos atrás por viejos alquimistas. Es más, según aquel tipo, civilizaciones enteras se habían volatilizado por el mal uso del átomo.


Bergier tenía, sin duda, muchas cosas que contar. Gracias a su trabajo se descubrieron las bases secretas de bombas volantes nazis en Peenemünde. En una prisión de la Gestapo descubrió que tenía facultades telepáticas. E incluso fue condecorado. Pero la experiencia que lo marcó tuvo lugar poco antes de la Gran Guerra, mientras trabajaba como ayudante de laboratorio del químico André Helbronner, un sabio que llevaba años soñando con la bomba de hidrógeno.
No volvió a verlo jamás, pero su encuentro lo trastornó durante años. Terminó identificándolo con el autor de varios libros publicados con el pseudónimo de Fulcanelli en Francia, y con alguna oscura sociedad protectora de esa clase de secretos nucleares. Secretos cuyas descripciones más antiguas podían leerse en poemas épicos de cuatro milenios de antigüedad, como el Mahabharata hindú.

Inesperadamente, el libro de Pauwels y Bergier conoció un éxito fulgurante: sólo el primer año de su publicación vendió casi un millón de copias en francés. En España se tradujo al año siguiente y se convirtió en todo un fenómeno. Hasta Hergé, en uno de los álbumes de Tintín, Vuelo 714 para Sidney, caricaturizó a Bergier. De este monumento a la heterodoxia se ha dicho que continuó con el espíritu de El libro de los condenados de Charles Fort, compartiendo con él su propósito fundamental: combatir la estrechez de miras de la ciencia.
Pero sería injusto decir que sus autores fueron "contraculturales" o "antisistema". Louis Pauwels, por ejemplo, llegó a ser uno de los editores más prestigiosos de Francia. Editó revistas como Marie France o Le Figaró, donde fue el responsable de lanzar su suplemento a color de los sábados en los años setenta. Curiosamente, en sus páginas nacen las primeras ideas conspirativas contemporáneas; denunciaron la conexión de los nazis con las creencias esotéricas, explicaron la alquimia en términos de física nuclear y se adentraron en las filosofías orientales y del llamado "saber anterior" en busca de superhombres. Tenían la firme creencia de que nuestra civilización nació de las cenizas de otra extinguida hace no menos de diez mil años a la que todos los pueblos de la Tierra se refieren como la "Edad de Oro".


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